Saturday, September 29, 2007

Supervisión bilateral o la actualización de la Decisión de 1977

(Artículo publicado para "Coyuntura Económica", Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico).


El FMI, atraviesa una crisis en términos de superposición de facultades o funciones con algunos de los organismos internacionales de regulación económico-financiera (llámense BID o BM, principalmente este último), y, de forma muy natural y comprensible, busca solucionar tal fricción de manera eficaz. La alianza BM-FMI se ha visto debilitada y ya no posee la fuerza de la coyuntura feliz (para los intereses del Occidente capitalista) en plena disolución del proyecto comunista (social-imperialista, según los maoístas) soviético.

Hoy, en tiempos en que la pobreza se estanca y las brechas aumentan con sendas concentraciones de riqueza (o la riqueza de los de abajo crece con tasas mucho menores que las de los de arriba, para ser menos tendenciosos), el corto plazo es cada semana, cada día, cada empleo esporádico que permita compensar la canasta familiar del momento. El del proyecto de largo plazo (con los resultados brindados por las recetas de liberalización comercial) es un discurso de casi dos décadas. ¿Resultados? Aún muy discretos.

Ese relativo fracaso (relativo éxito si se toma en cuenta el ejemplo chileno, el crecimiento macroeconómico en el Perú, la IED en Colombia, etc.) ha motivado el “mal” comportamiento de algunos gobiernos latinoamericanos al asumir políticas económicas más proteccionistas. Resaltan tres gobiernos que además de asumir políticas económicas alternativas, han desarrollado un discurso político que puede resultar incómodo y que finalmente generan el rechazo de los principales mercados financieros. Estos países son Ecuador, Bolivia y, en mayor proporción, Venezuela.

En la actualidad, algunos mercados internacionales no funcionan tal como lo señalan los libros de texto introductorios a la economía. Es curioso, dos países (EE.UU. y Venezuela) que representan concepciones ideológicas y económicas totalmente divergentes han establecido una alianza para que efectivamente los supuestos de los libros de texto no se cumplan en un mercado con información simétrica (entiéndase, con reglas claras): hoy, el precio del petróleo no se rige por la ley de oferta y demanda, sino por factores geopolíticos (la guerra de Medio Oriente y los condicionamientos del gobierno de Chávez al imponer altos precios).

De ahí la preocupación del FMI. Se intenta mantener una relación sana y libre de distorsiones. Ciertamente, dichas distorsiones afectan a los países que sí manejan y mantienen los equilibrios macroeconómicos de forma ortodoxa. En el Perú, el BCRP centra su preocupación en mantener una inflación y tipo de cambio estables. Para ello fija una meta de inflación y el rango respectivo. En los últimos meses ha logrado su cometido, sin embargo, las señales de inflación que esporádicamente aparecen no tienen un componente local, son producto de la presencia de factores exógenos que están fuera de su alcance: inflación importada (petróleo, por ejemplo), shocks climáticos, etc. De lo contrario el BCRP no tendría dos cuadros diferenciados de lo que es "Inflación Total" e "Inflación Subyacente".

Esos factores exógenos producidos por países que se portan “mal” y que generan distorsiones en las reglas de juego están en la mira del FMI. Es por ello que recientemente el Directorio de dicha organización haya aprobado un marco para la supervisión económica. Esta decisión de reafirmar una supervisión bilateral de por parte del FMI es un intento de ampliar las funciones que se señalaron en la Decisión de 1977, la cual buscó establecer una supervisión sobre las políticas cambiarias en tiempos en que no se solía dar importancia al manejo de las información macroeconómica sin tipos de cambio fijos.

En primer lugar, centrándose en el tema cambiario, la Decisión de 1977 centró sus principios en evitar distorsiones de los tipos de cambio y sus fluctuaciones violentas en el corto plazo. Ello para fortalecer el supuesto de igual acceso a la información y los mercados. Esos principios hoy se reafirman. No obstante, el presente documento de supervisión bilateral es más amplio que el anterior en tanto este incluye el tema del manejo de la balanza de pagos para que esta no provoque perturbaciones en las políticas cambiarias. Asimismo, engloba a las cuentas corrientes y de capital[1].

Gasto corriente promedio 1997 – 2003, Bolivia 1997 – 2005
Fuente: Estimaciones del BM sobre la base de datos de la CEPAL y la UPF para Bolivia.


Gasto de capital promedio 1997 – 2003, Bolivia 1997 – 2005
Fuente: Estimaciones del BM sobre la base de datos de la CEPAL y la UPF para Bolivia.

Si bien Colombia tiene un gasto corriente mayor y de capitales mayores en la región para el periodo 1997 – 2003, estas son muestras no de un crecimiento con desequilibrios macroeconómicos, sino la presencia de una lucha interna contra fuerzas paramilitares, en la que el apoyo de los EE.UU. resulta un aval para dichos gastos.

El aparente refuerzo de las facultades supervisoras del FMI puede generar un clima político regional aun más enfrentado donde los bloques sientes bases más rígidas y contrapuestas. Por otro lado, puede ser contradictorio el afán por parte del FMI de aspirar a desarrollar redes multilaterales mientras el gobierno republicano se preocupa por aprobar tratados comerciales con carácter bilateral (el tan mentado TLC Perú – EE.UU.), teniendo ello como costo el renunciar a la posibilidad de establecer negociaciones en bloque al verse tan debilitada, para el caso sudamericano, la CAN.

¿Aspiraciones hegemónicas? Tal vez el autor peque de suspicaz.


[1] Boletín del FMI, septiembre 2007.

Tuesday, September 04, 2007

¿Es el decrecimiento una vía plausible?: fallas en la contabilidad tradicional y la catástrofe del consumo

(Artículo publicado para "Coyuntura Económica", Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico)

Desde hace algunas décadas los principales organismos económicos internacionales han centrado su preocupación en dotar de herramientas a los países del “tercer mundo” para que estos puedan conseguir el tan anhelado camino hacia el desarrollo. Se han realizado recomendaciones, condicionamientos, y las economías emergentes han logrado dicha condición tras sucesivas experiencias (tanto exitosas como devastadoras) a lo largo de los años. Ante una hegemonía ideológica de libre mercado en todo Occidente y algunos países orientales (recientes principales ejemplos: China e India. Claro está, solo en el ámbito económico), parece que la receta está concluida y tiene carácter universal. Sin embargo, cuando una gran mayoría apoya determinado modelo de manera férrea y este parece ser indestronable, saludable resulta detenerse un momento para cuestionarse cuán viable es y cuánto toma en cuenta la realización misma del hombre.

Cuentas nacionales, PIB, sistema del gasto. Quizá estos conceptos hayan sido el único termómetro para diagnosticar el estado de desarrollo de un país. No obstante, han resultado útiles para medir el crecimiento (ojo, crecimiento) de las economías en términos del total de bienes y servicios producidos en determinados tiempo y espacio geográfico. De hecho, estos sistemas han recibido críticas desde hace algunas décadas por considerárseles incompletos. Elsa Galarza (2004: 34) describe que la contabilidad nacional carece de mecanismos para medir muchos de los servicios derivados de los recursos naturales y ambientales. Asimismo, señala que no incorpora los cambios en el stock de dichos recursos.

Cuando uno se pone a analizar con cierto detenimiento el crecimiento acumulado del PIB de un país, podría surgir la pregunta de que si la cifra resultante con respecto al año base tomado como referencia es un indicador de la cantidad de veces que la felicidad de la gente se ha multiplicado. Probablemente, la respuesta sea negativa. En ese sentido, el economista-antropólogo francés de la Universidad de París – XI, Serge Latouche, se manifiesta de forma enfática: “En Europa, el Producto Interior Bruto en 200 años se ha multiplicado por treinta. Y pregunto: ¿somos hoy treinta veces más felices?”.

Resulta interesante tal apreciación. Efectivamente, el consumo (ojo, consumo) en Europa ha crecido en la tasa señalada. ¿Pero esa es realmente señal de desarrollo? En realidad, puede ser signo, más bien, de todo lo contrario debido a que finalmente lleva a una situación de infeliz desenlace: el ejercicio de una brutal presión sobre los recursos naturales, como bien lo señala Latouche.

El Indicador Genuino del Progreso (GPI, por las siglas en inglés), puede contribuir a establecer un mayor acercamiento al significado de desarrollo y bienestar. Dentro de ese contexto, Hicks (1946) diferenció el término “renta” al exponerlo como la capacidad de consumo actual de los agentes sin implicar un sacrificio en el consumo futuro (marco teórico de lo que actualmente se conoce como desarrollo sostenible), que llevaría al agotamiento de capital.

El agotamiento del stock de capital es un peligro permanente del manteniendo del sistema devastador de las actuales economías industrializadas. Ante ello, Latouche recomiendo su ya muy afamado “decrecimiento”. Entendiendo el crecimiento como el aumento del consumo de los agentes (con la consiguiente presión sobre los recursos naturales y ambientales), el decrecimiento surge como un alivio para la insostenible situación vivida en nuestros tiempos. Llama la atención, pero la tesis es muy válida.

La Oxford Poverty and Human Development Initiative (OPHI), bajo el mando de Sabina Alkire, pretende continuar y llegar a la enumeración (estimación estadística) de algunos tópicos estudiados por el modelo de desarrollo centrado en el bienestar humano y su naturaleza del economista-filósofo indio Amartya Sen. Para ello, la OPHI se está desenvolviendo en el manejo de cinco proyectos. Ellos son, la definición de las dimensiones de la pobreza, el estudio de los principios éticos para el aligeramiento de la pobreza, la motivación y el comportamiento económico, el uso de la tecnología al análisis y a la política y, finalmente, la concentración en la economía política de la pobreza.

Es sumamente interesante notar cómo desde su fundación (en mayo del 2007), la OPHI se ha preocupado en diseñar talleres que tratan temas como la falta de datos para la investigación humana del desarrollo y la pobreza. Esto dado que recurrentemente (y normalmente) se suele explorar en un limitado sistema de indicadores para la inclusión de encuestas nacionales que puedan utilizarse para realizar una base de datos internacionalmente comparables.

La OPHI propone un sistema pequeño de indicadores que han llegado a adquirir cinco dimensiones. Estas son, el trabajo (incluido el informal), la seguridad física, el empowerment, las relaciones sociales y la significación (trascendencia del hombre). Estos factores han sido tomados en cuenta gracias a su susceptibilidad de ser comparables entre sí.

En el nivel microeconómico, este centro de investigación adscrito a la Universidad de Oxford ha planteado también la problemática de poder establecer comparaciones multidimensionales de la pobreza. Es necesario precisar que se ingresa a un ámbito más microeconómico ya que se explora la aplicación de comparaciones interpersonales del bienestar, entrando así a un campo quizá de mayor carácter subjetivo.

Ante la ortodoxia de la mayoría neoclásica, existen alternativas (incipientes aún, por su capacidad de difusión, mas no por la fortaleza de sus argumentos) para ir más allá de los poco ilustrativos PIB e Ingreso Nacional BRUTO.